Paseo por el Val di Pejo entre naturaleza y belleza.

Pejo es la montaña que regenera. Desde hace siglos, la gente sube hasta aquí por las virtudes del agua que brota del manantial a más de mil trescientos metros: el manantial alimenta ahora el famoso establecimiento termal, con terapias curativas de alto nivel. El valle de este minúsculo municipio trentino dividido en numerosas aldeas es el corazón de un extraordinario centro turístico. Estamos en el Parque Nacional del Stelvio, la mayor reserva natural de los Alpes: un pulmón verde que permite redescubrir la armonía de la vida. En verano se puede pasear por valles modelados por el trabajo milenario de los glaciares que hacen único el panorama, disfrutando de la sombra de los bosques y de la magia verde de los prados. Existe la posibilidad de realizar excursiones de altura y rutas que ascienden hacia los cuatro picos más imponentes: el macizo de Ortles-Cevedale, el Palon de la Mare, San Matteo y Vioz, que roza los 3.645 metros. Y está el oasis faunístico, donde podrá conocer a los animales que pueblan estos valles, empezando por ciervos y corzos. A pocos kilómetros, el Torrente Noce invita a probar el rafting, desafiando los rápidos en grupo a bordo de una embarcación neumática, y el lago de Pian Palù, con sus increíbles colores. En invierno, la nieve lo transforma todo y Val di Pejo se convierte en un paraíso blanco para esquiadores y snowboarders. Hay remontes, incluido el telecabina Pejo 3000 con vistas superlativas, para llegar a quince kilómetros de pistas. Una escapada al balneario después de esquiar borra el cansancio con la relajación del centro de bienestar. Para los amantes de la buena mesa hay granjas y trattorias con deliciosas recetas: spätzle de trigo sarraceno, sbriciolata de patata, ñoquis con queso, estofado con albóndigas, polenta concia. Sin olvidar los grandes vinos del Trentino, blancos y tintos: el brindis por unas vacaciones de renacimiento, solo o en familia.