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Capital del arte y cuna del Renacimiento: caminar por Florencia significa encontrar obras maestras y belleza en cada rincón. Experimentar como protagonistas la atmósfera y la espiritualidad que sólo Florencia puede ofrecer. Junto con un guía privado, admire la Basílica de Santa María Novella, con su fachada renacentista diseñada por Leon Battista Alberti. Camine entre las obras maestras que alberga, como el Crucifijo de Giotto, la Trinidad de Masaccio, los frescos de Filippino Lippi y Ghirlandaio. Déjate encantar por la paz del Claustro Verde, que lleva el nombre de las pinturas murales de tierra verde de Paolo Uccello. Saliendo de Santa María Novella, se llega a la Basílica de San Lorenzo, la más antigua de Florencia, consagrada en el año 393 por Sant'Ambrogio y ampliada en el 1400 por Brunelleschi a instancias de la familia Medici. Visita el interior y la Sacristía Vieja, creada por Brunelleschi, con las tumbas de los fundadores de la familia Medici. Entre las naves, observe las obras de los grandes de la época: Donatello, Bronzino, Filippo Lippi, Rosso Fiorentino y Pontormo. Después de una visita al adyacente Claustro de los Canónigos, continúe hasta la Piazza del Duomo, con la Catedral de Santa María del Fiore, el Baptisterio y el Campanario de Giotto. Continúe hasta la Piazza della Signoria, la plaza principal de Florencia, una concentración de obras maestras arquitectónicas y escultóricas sin igual en el mundo. Concluya con la Basílica de Santa Croce, con su fachada revestida de mármol policromado. Déjate conquistar por los frescos de Giotto y Agnolo Gaddi, por el Crucifijo y la Anunciación de Donatello, por los monumentos funerarios y las tumbas de personajes ilustres del pasado, como Miguel Ángel, Galileo y Maquiavelo. Finalmente, ingrese al Claustro Brunelleschi, el Claustro Antiguo y la Capilla Pazzi, la obra maestra de Brunelleschi.
Florencia es un verdadero cofre de tesoros artísticos, donde cada rincón cuenta una historia de belleza y arte atemporales. También conocida como la "cuna del Renacimiento", la ciudad está salpicada de espléndidas iglesias que albergan obras maestras de los más grandes artistas italianos de la historia, desde Giotto hasta Cimabue. Los edificios, con su yeso blanco y sus nervaduras de piedra serena, desprenden una elegancia atemporal. Oratorios, capillas y monasterios invitan a la contemplación, ofreciendo una experiencia de espiritualidad íntima. En esta ciudad, el arte se convierte en un viaje de fe y belleza, capaz de tocar el alma de cada visitante.
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