En el corazón de Franciacorta entre naturaleza y sabor.

La belleza de Franciacorta es un secreto que las dinastías empresariales lombardas han guardado celosamente durante más de un siglo, reservándolo para sus residencias campestres. Este rincón de la provincia de Brescia posee un paisaje de sorprendente armonía: una extensión de verdes colinas que se extiende a lo largo de casi doscientos kilómetros hasta las azules orillas del lago de Iseo. El ambiente tiene algo de mágico, que marca una clara ruptura con el ajetreo de la vida urbana: castillos y torres antiguas se alzan en las laderas de las colinas, mientras que los pueblos son pintorescos y están bien cuidados. Por todas partes, puntuando la geometría del paisaje, se encuentran las hileras de preciadas vides, que permiten embotellar vinos espumosos que han experimentado un continuo aumento de calidad: ahora algunas etiquetas de Franciacorta millesimato o riserva desafían a los champagnes más nobles en las mesas de los restaurantes con estrellas. Aquí, la cultura del vino hunde sus raíces en la historia: copas y burbujas para degustar en las bodegas de los palacios del siglo XIX o en las bodegas de diseño concebidas por los archiconocidos de hoy. Por supuesto, la especialidad de la cocina es el risotto con vino espumoso, pero en la carta de los numerosos restaurantes se pueden apreciar otras recetas típicas, como la ternera con aceite de Rovato y la tenca asada. Es una tierra donde descubrir gustos refinados, aprendiendo a apreciar otro capítulo de la elegancia lombarda.