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Una de las zonas más bellas y evocadoras de toda Cerdeña: entre mil tonos de azul, dunas y arena finísima, la Costa Rei, inmersa en una naturaleza salvaje e incontaminada, es un paraíso para vivir. Junto a un biólogo marino, saldremos en embarcación auxiliar desde el puerto de Villasimius y llegaremos a Cala Pira, donde la arena se une a fragmentos de coral y se vuelve rosa. Comprenda el estrecho vínculo entre la tierra y el mar y luego suba a lo largo de la costa hasta el Scoglio di Peppino, una masa de granito blanco similar a una ballena. Continúe hacia la playa de Monte Turno, una de las más bellas de Italia y Le Piscine, a la que sólo se puede llegar por mar. Ponte tu equipo de snorkel y explora los fondos marinos ricos en flora, fauna y hallazgos y continúa navegando por la costa. Una experiencia que maravilla en cada mirada.
Un abrazo entre montaña y mar que contiene la esencia de la naturaleza incontaminada. Villasimius es una perla del sur de Cerdeña, un pueblo enclavado entre bahías que esconden tesoros arqueológicos, colonias de flamencos y delfines. Más de treinta kilómetros de costa con playas de arena blanca bañadas por aguas turquesas y el espacio marino protegido de Capo Carbonara, con los pináculos de rocas graníticas atravesadas por bancos de peces que se mueven como nubes, entre hallazgos romanos y púnicos. Un tramo de mar que rodea dos maravillosas islas. Al sur, la de Cavoli, dominada por el faro construido sobre una antigua torre aragonesa y la Virgen del Náufrago, una escultura de más de tres metros de altura del artista sardo Pinuccio Sciola que representa el amor maternal en el gesto de robar el niño al profundidades del mar. Al este, en cambio, la isla de Serpentara, deshabitada, con rocas de granito y la torre de San Luigi, construida durante la dominación española. Paraísos donde anidan halcones y gaviotas, accesibles por mar a lo largo de una costa escarpada que alberga ensenadas rodeadas de cantos rodados de granito con fondos de arena blanca.
Embriagado por el aroma del enebro, el mirto y la adelfa, disfrute de una alternancia de dunas blancas como las de Porto Sa Ruxi, yacimientos fenicios como en Campus y franjas de arena separadas por masas de agua como en Porto Giunco. Y finalmente deléitese con el placer del paladar degustando los malloreddus - ñoquis aderezados con simples tomates o quesos locales como el pecorino - el porceddu asado - tierno cochinillo servido con hojas de mirto - y la fregola con almejas, un plato que combina el encuentro entre la cultura campesina, con pasta de sémola de trigo duro trabajada en bolas, y la cultura marinera con almejas, servidas solas o acompañadas de pescados o mariscos.
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